Todos hemos vivido en algún momento de nuestra vida una coincidencia tan improbable que solo podíamos creer en “algo mágico” como si existiese un vínculo entre los acontecimientos, personas o informaciones por medio de “hilos invisibles”.
Seguramente ya hayas llegado a leer en un libro o un anuncio, la respuesta a esta pregunta que te planteas constantemente desde hace algún tiempo… O cuando vas a llamar a una persona ¡y justo en ese momento te llama! O precisamente encontraste la persona adecuada cuando la necesitabas.
Aquí no hay una coincidencia aunque la mayoría de gente tiene la costumbre de utilizar este término para explicar que el “azar hace cosas bien”. De hecho, a esto se le llama sincronicidad, uno de los aspectos más enigmáticos y más sorprendentes de este universo.
¿Qué es una sincronicidad?
Es el psicólogo Carl G. Jung quien ha inventado el término de sincronicidad, haciendo referencia a “la simultaneidad de dos acontecimientos vinculados por el sentido pero no por la causa”, como la unión de acontecimientos internos y externos de una manera que no puede ser explicada.
Jung llegó a la conclusión que existe un vínculo íntimo entre el individuo y su entorno, que ejerce en ciertos momentos una atracción que acaba por crear circunstancias idénticas, que tiene un valor específico para las personas que las viven. Es este tipo de acontecimiento que atribuimos habitualmente al azar, a la suerte o incluso a la magia, en función de las perspectivas que tenemos.
Una sincronicidad llega a menudo a nuestras vidas cuando menos lo esperamos, pero en el momento exacto o cuando lo necesitamos. Cambiamos a veces la orientación de nuestras vidas en respuesta a esta sincronicidad.
Cuanto más atentos estamos a nuestro entorno, más probable es que se produzca una sincronicidad a nuestro alrededor o al menos estaremos atentos a pequeñas conversaciones, canciones en la radio o mensajes publicitarios, por ejemplo, o a encuentros aparentemente “fortuitos”.
Debes simplemente estar presente y menos “perdido en tus pensamientos”.
Si dejamos que las circunstancias transcurran sin intentar forzar nada, dejándonos guiar por una actitud receptiva y abierta, nos abrimos a “la magia” que ofrece la experiencia de la sincronicidad. Si sabemos escucharlas, las sincronicidades pueden convertirse en buenos guías para nuestras vidas.
La meditación es ciertamente la práctica que te permitirá tener mejor consciencia sobre las sincronicidades ya que ella puede ayudarte a calmar tus pensamientos, elevar tu percepción del mundo y desarrollar tu intuición.
Muchas piedras pueden también ayudarte a sentirte más conectado con el Universo que te envuelve y ayudarte a elevar tu consciencia. Por ejemplo, la Amatista o el Lapislázuli pueden también ayudarte. Descubre nuestra colección de piedras de curación.